La red de volley -Capítulo 2- - Castra Servilia - Club Deportivo

Publicada el: 08/02/2012
Narrativa , Escritura , La red de Volley , Narrativa Hipertextual , Capítulo 2

 

VINO Y CINTURA.

 

 

El cansancio o la cobardía le llevaron a escribirle un mensaje. Al poco, Fran había contestado y tenían lo que los estadounidenses llamarían una cita.

 

Una tapería con aires de "diseño" pero no tan eficaz en su servicio fue el lugar elegido por el joven-de-ojos-azules. Él pidió una caña con limón, ella se puso su casi olvidado disfraz de sofisticación y se pidió un "riberita del Duero, gracias". La pinta de las tapas estupendas y su elección, a cargo de Fran, quien se apresuró a elegir por los dos asegurando que se decantaba por lo mejorcito de la casa.

 

La conversación -¡¡Oh, magia inexistente!!- no fue fluida. Como si él no consiguiera salir de la fase de reconocimiento: trabajos, el equipo, algunas aficiones, música. Nada sobresaliente. Nada especialmente personal. Nada que supusiera un guiño a la galantería o el más directo cortejo. Ni siquiera sus gestos eran lo suficiente cercanos o apetentes de conquista. Nada.

 

En realidad, y siendo algo más detallistas en nuestro análisis: casi nada. Sí que hubo algún roce que parecía buscado, alguna caricia encubierta y alguna palabra galante. Si bien es cierto que muy poco para las alturas del "invento".

 

Sin embargo, Fran se empeñó en que se echaran una foto juntos. Lucía no estaba por la labor. Se resistió un poco, pero acabó accediendo.¡Qué malo hay!¿El cansancio, el chándal, mis ojeras?- se puso a recordar. No creo que lo vayan a publicar en el "Hola" o el "Vannitty Fair". ¡Venga, sonríe, qué más da! La camarera metió la pata:

 

  • ¿Una foto de primos que se vuelven a ver? ¿Para la familia? pero la repentina cara cambiante y dura de Fran, le hizo mirar hacia la cámara y sus botones, como amilanada.

  • No, no –rió Lucía, somos amigos.

  • Eso es –y entonces Fran acercó su cuerpo al de la deportista y la cogió de la cintura, mirando fijamente a la camarera y añadiendo: amigos. La camarera se sonrojó o algo peor.

  • ¡Ey!, ¿y este ánimo repentino? –casi deseando que fuera duradero.

  • Perdón, no pretendía –se escondió Fran, con su mirada algo nerviosa y su gesto vuelto a la timidez habitual. ¡Lo siento!

 

Pero quien lo sintió fue Lucía, que ya se acabó de cerrar el rato más que estuvieron acabando de picotear y beber. Había avistado una ventanita de esperanza y (el muy imbécil) la había cerrado al instante. Hombres... ¡O unos pervertidos que sólo babean o unos auténticos bobos que no se enteran de nada! De esta me paso a la acera de Anselma. ¡Al menos las mujeres sabemos lo que queremos, coño! Y se le dibujó una sonrisa con el juego de palabras que Fran interpretó como positiva y a la que respondió de igual manera.

 

Al despedirse ella se encargó de lo que ya sabía que él no se atrevería a hacer y giró descaradamente la cara para que fuera un beso en la mejilla, al que inexorable, siguió un segundo. No, realmente en la cabeza de Fran no se contemplaba besarla.

 



 

¿Que Creéis?...

 

a) Lucía debe quedar de nuevo con el buen muchacho y darle así una oportunidad más, quizá la última.

b) Sería mejor empezar por borrar su número de móvil o no descolgarle nunca más ni responder a sus mensajes?

 



 

Votad y... así será.


 

 

 

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