La red de volley -Capítulo 6- - Castra Servilia - Club Deportivo

Publicada el: 07/03/2012
Narrativa , Escritura , La red de Volley , Narrativa Hipertextual , Capítulo 6

 

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CAPÍTULO 6

ARROJO.

Respiró hondo. Cerró los ojos. Los abrió instantes después. Entonces dio unos cuantos pasos cortos y algo inseguros hasta llegar al grupo y las saludó con un extraño “Buenas tardes”. En ese mismo instante el valor se le transportó por todo el cuerpo como empujado por su sangre. Y les comentó la noticia, su decisión, sin dejar intervenir a nadie. Para ello levantó en más de una ocasión enérgicamente su mano derecha y llamó a la calma con miradas y algún otro gesto conciliador. Sin embargo, no fue suficiente para que Anselma no se mostrara ante todas como su archienemiga e interrumpiera en algún momento.



¿Y ese tío asqueroso se piensa que vendrán más como él, más asquerosos, porque vayamos más apretadas?” –preguntó con sorna en su primera intervención-. Pero Lucía prefirió callar y seguir con su discurso para no alimentar el fuego con más leña. Su segundo zarpazo sí tuvo más intención y trató de desestabilizar a la entrenadora yendo a lo personal: “¡¡Qué mona te vas a ver con tu “cuerpín” todo esbelto luciendo en esas sedas!! Seguro que así consigues algo más que calentar la almohada. ¡Ay, no, perdona, si ya tienes al corderito para dejarte ojeras!” Entonces Lucía la miró con unos ojos que nunca nadie de las presentes había visto jamás. Parecía que se la fuera a merendar. Respiró, retirando la mirada y refugiándola en los cuerpos de otras jugadoras. Y sólo añadió antes de dar por concluida la reunión: “Si alguna tiene una idea mejor que aceptar el trato, la vestimenta mejor dicho, propuesta por Tomás, o conoce a alguien que nos pudiera patrocinar…”

A Almudena le pareció increíble, conociendo a Lucía como la conocía, que ésta se hubiera contenido hasta ese nivel. Pero así había sido. O no. Justo unos minutos antes de finalizar el entrenamiento se le presentó la oportunidad. La colocadora le puso un balón perfecto, Anselma, en la posición contraria a la zona de remate ya estaba colocando sus manos para recepcionar, pero el violentísimo remate cogió otra dirección. Y le golpeó, seco y directo en su cara. Se escuchó algún “¡¡Toma!!” entre las presentes. Lucía, desde el otro lado de la red, le pidió unas disculpas muy audibles pero sin ninguna intención. Y Anselma estalló; la insultó con ferocidad y se fue corriendo. Ahora, el entrenamiento había acabado y allí, mientras estuvieron ambas en el vestuario, el silencio se mostró inalterable. Anselma salió de las instalaciones la primera, mascullando algo, sin tan siquiera esperar a Goyi.



En las últimas fechas, Fran se había desmelenado. La estaba esperando fuera en su coche para acercarla. Después de aquella primera noche tan apasionada se había relajado y disfrutaba de una manera más natural, estaba más hablador, contento, bromista y, sobre todo, más físico. Y sí, Lucía disfrutaba de todo ello, y muy especialmente de su cercanía, sus caricias, su manera de besarla, de morderle el labio inferior y de recorrerla. Le venía genial, ¡qué demonios!



Unas horas después, Fran llegó riéndose de la cocina. Y, mientras se ponía los zapatos para volver a dormir con su familia, le comentó con una carcajada a la tendida Lucía:



-¡Qué bueno, me imagino a Anselma toda apretada en los mini-shorts, escotadísima, con ese corpachón de Frankenstein que tiene la moza!

-¡¡Sí, estará de postal!! –y rieron ambos-.

Instantes después en la cabeza de Lucía:

-Fran, ¿y tú cómo sabes cómo es Anselma? ¿Cuándo la has visto?

-¿Qué? –ganando tiempo, mientras se hace algo parecido al sordo o el despistado. ¿Cuándo qué?

-Nada, que ¿cuándo has visto a Anselma?

-Aaaaah… no sé, supongo que saliendo del pabellón o… -y tras una pausa-. Por cierto, ¿y al final qué decidisteis?

-Nada… quien esté dispuesta a continuar ya sabe cual es la condición que impone Tomás. No podemos estar siempre lamentándonos. O dentro, o fuera.

-¡Bufff!

Y con uno de esos besos que tan redondos y sabrosos le quedaban, Fran desapareció de su vista y Lucía se quedó entre sus sábanas, disfrutando de un grato sueño.

 

 

 

 

 

 

Y ahora, gente del otro lado de la pantalla, ¿hacia dónde giramos?:

 

A) Provocamos un cisma en el club de volley.

B) Le damos un descanso y un tono más pacífico al mismo y nos dedicamos más a lo personal, perdón, sentimental.

 

 

 

 

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