Historia de Castra Servilia

Presentación

El Castra Servilia Basket es un joven club que surge como respuesta a la necesidad de un grupo de amigos para formalizar su relación con el basket tras muchas horas de baloncesto no federativo.

Para encontrar sus primeros pasos históricos hemos de remontarnos a la gélida noche del 18 al 19 de Marzo de 2011. No era una noche como cualquiera, acababan de presenciar el desastroso partido entre el Cáceres Creativa y el Palencia basket, tras ver como el equipo visitante sonrojaba a los verdinegros y por ende, a sus aficionados, algo cambió el sino de aquel grupo de amigos. Quizás la frustración o la impotencia del que asiste a un espectáculo como eso, mero espectador, hicieron que disfrutando de una agridulce cena en el Passadena alguien tuviera la fugaz idea de formar un equipo propio.

Como sucede siempre, lo que al principio parecía una efímera utopía producto de la ensoñación de un locuaz joven ha acabado convirtiéndose en una realidad tangible gracias a la perseverancia y el saber hacer.

Y ahora como alguien tiene que contar la historia, la cuento yo, Paco Morcillo, en primera persona, como un campeón:

Los primeros pasos

Convencer a los primeros no fue difícil, tras proponer durante una cena hacer un equipo para jugar el trofeo diputación, rápidamente se apuntaron Miguel, David, Luija y Ángel, ya estábamos cinco,  había que darle forma y seguir buscando jugadores. Jesús fue el siguiente en apuntarse, seis, ¿Y ahora qué? Había que convencer a Diego, muchas bromas sobre hacer el equipo, pero seguíamos siendo seis y no se nos ocurría mucha gente a la que engañar a parte de él.

El fichaje de Diego

Importantísimo convencer a Diego y estar siete, probablemente un número ya para estar convencidos todos de que iba a haber equipo y empezar todo el mundo a implicarse y buscar el resto de jugadores.

No había manera humana de convencer a Diego, tan testarudo como alto, hasta que coincidimos en unas jornadas de informática, dos días enteros juntos, muy pesado me tenía que poner yo para convencerlo, pero muy cabezón se tenía que poner él para no ser convencido. Sí, lo conseguí, dos días enteros dándole la turra para incorporar a un tío de dos metros al equipo, estábamos siete, no quedaba mucho para conseguir hacer equipo.

La noche womera

El mismo día del fichaje de Diego lo celebramos con una noche cultural en el womad, allí estarían también culturizándose Dani y Jesús Ferrera, jugadores que bien podrían apuntalar el equipo, así que no me quité el disfraz de secretario técnico, y con lo que me había costado fichar a Diego, esto fue pan comido, preguntar si querían jugar y responder que sí, daba gusto encontrarse con gente que no se hacía de rogar, ya estábamos nueve.

Y como la gracia de la noche era que íbamos a hacer equipo se empezó a apuntar gente, a Azu que la ofrecemos un puesto y se coge el de masajista (sigo sin haberla visto nunca dar una masaje, tanta cultura le debió afectar esa noche...), Rosa se coge el de administritiva, e Indira, el de responsable de marketing, porque había que "poner un nombre bonito al equipo, que eso del Cáceres Creativa que íbamos a ver  nosotros era un poco feo". 

Después de esa noche, estábamos nueve y ¡empezábamos a tener hasta personal! se nos empezaba a ir de las manos.

Cerrando la plantilla

Con nueve en el equipo ya empiezo a ponerme en contacto con todos vía e-mail para empezar a formalizarnos, a Cris había que buscarla un hueco en el equpo, no podíamos dejar a la mejor bailaora sin castañuelas, y decide apuntarse como community manager del equipo, tarea que de momento lleva bien, gestionando las cuenta de twitter del Castra Servilia (@castraservilia) y la página de Facebook del equipo.

En mi mente ya estaba cerrar la plantilla con Paco e Isra, a ver si no me ponían muchas pegas... Y no, no las pusieron, cuando lea esto Diego se dará cuenta que ha sido el único que se ha hecho de rogar realmente.

Como se me había dado bien el womad, A Paco lo intento engañar en feria, que de fiesta todo es más fácil. Así que allí que me lo encuentro, con un refresco de cola en la mano y una alegría típica de feria. Al principio parecía que no iba a haber manera, que si le dolía la rodilla, que no iba a poder jugar mucho... pero vamos, que sí, que se apuntaba, ¡Ya estábamos diez!

Isra pondría la guinda una semana después siendo además el único fichaje que yo no hice, esta vez alguien me libró del tener que preguntar y convencer, aunque este tampoco se resisitió, si lo sé también me apunto el tanto. ¡Once, hay equipo!

 

Y hasta aquí básicamente llega la historia de cómo conseguimos ser once, habrá más capítulos a medida que nuestra andadura avance, o no, depende de las ganas de enredarme que tenga.

 


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