La red de volley -Capítulo 3- - Castra Servilia - Club Deportivo

Publicada el: 15/02/2012
Narrativa , Escritura , La red de Volley , Narrativa Hipertextual , Capítulo 3

 

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CAPÍTULO 3


Vestuario del femenino de volley. Tras acabar el entrenamiento…


- ¿Qué se habrá creído la tipa ésta?

- …

- Pues no me ha corregido la colocación. Y luego, luego, ¡¡un remate!! ¿Qué se habrá creído?

- Lo mismo… -intenta intervenir Goyi.

- Soy mucho más jugadora que ella. Mucho más. Y tengo más idea de volley… ¡¡vamos… vamos!!

- Sí, tú eres muy buena. Y sabes…

- Mucho más que Lucía –vuelve a intervenir Anselma, subiendo más y más el tono, y añade casi a voces: ¡Más que ella sabe cualquiera! ¡Por lo menos de volley y de cómo llevar a un equipo! ¡Eso lo sabe todo el mundo!

- No te creas, es que tú eres muy especial… y estás muy preparada, Anselma, eso se te nota rápido.

- Sí, pero… ¡¡Es que no la aguanto!!

- ¿Pasa algo? –con una pregunta directa y mirando directamente a Anselma Lucía hace acto de presencia en el vestuario.

- No, que… -trata de salir del tema Goyi, pero pronto la interrumpe su amiga.

- ¡Que no te aguanto más y que no tienes ni idea! –y añade Anselma voz en grito: ¡¡Ni i-de-a!!

- Claro, -respirando y volviendo a mirar a su jugadora- y tú sí, por supuesto.

- Eso no lo duda nadie.

- Nadie. No. –y tras un silencio, le pregunta sin quitarle ojo: ¿Y?

- Que veremos si vuelvo a entrenar. ¡Que estoy harta! ‘Que no te aguanto más! ¡Que…!

- Tranquila, Selma, la consuela Goyi tocándole la espalda y acercándose a ella. Tranquila, que no es para tanto.

- ¿Que no? Ya veremos…

- Bueno. Yo no puedo decirte nada -añade Lucía con toda la tranquilidad que en realidad no tiene-, sólo que la puerta esá abierta, pero que el equipo te necesita. –suspira- Nada más.

- Veremos. Veremos. –y la pareja de jugadoras se retira del vestuario sin haber llegado a ducharse, mochila en mano.


Al salir, Almudena busca con la mirada a Lucía. Le hace un gesto de asentimiento con la cabeza, animando su actitud. Se le acerca y comienzan a hablar de este problema, aunque han de esperar a que Lucía calme sus lágrimas. Lágrimas que hace ya unos días que comenzaron a brotar y se repiten en tu rostro episódicamente.

- Lo estás haciendo muy bien, Lucía, no te preocupes –la consuela su amiga.

- Bueno...

- Que sí, Luci, que sí. Es que ésta… ¡Ésta es una energúmena! – y tras un silencio en que permanecen enlazadas, la entrenadora se rehace y cada una toma su camino.


Al aparcar su moto y retirar la llave del contacto se percató de una presencia en su mismo portal. Allí en la puerta, ahora oscura, se recortaba la figura de un hombre. Alto y delgado. Se fue acercando mientras buscaba en su mochila las llaves. Pocos pasos después lo reconoció. Era Fran. Tenía una maravillosa sonrisa esperándola. Ella sonrió aunque le costó un poco. Y él se acercó a darle dos besos en sendas mejillas.

A pesar de comentar a las primeras que estaba agotada y poco animada, Fran consiguió que la conversación entre ambos fluyera, algo que había venido siendo más habitual las últimas semanas. La cogió de la mano, mientras ella le hablaba, la escuchó con atención y se mostró comprensivo. “No te preocupes, -le repetía a la entrenadora-. Todo irá a mejor. Ya verás”. Y ella tuvo una punzada. No en el corazón, como suele decirse, sino en la boca del estómago. Y quedó callada un instante. Él la besó en la boca y Lucía respondió. Lo alargaron. Le gustó mucho. ¿Y ahora qué? se interrogaba Lucía justo antes de separar su boca de la de Fran. ¿Ahora qué? se repetía.



¿Qué se les ocurre a ustedes, lectores y lectoras?

A)
Siguen besándose un poco más y se despiden con sus corazones a gran número de pulsaciones

B) Aprovecha Lucía esas pulsaciones para invitar a cenar a Fran y “ya veremos lo que pasa”

¡¡Hagan juego con su voto!!

   

 

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